martes, 17 de julio de 2012

despierto y pienso que los procesos emocionales responden a voluntad. uno se siente como quiere, me digo. pasan unos minutos, con suerte un par de horas. y luego la voluntad comienza a quebrarse. como el sol, en el cenit del día, la desesperanza alcanza su punto más algido. mientras la luz del astro rey ilumina con todas sus fuerzas al planeta, mi oscuridad crece como un león hambriento. en el desierto de la realidad baudrillariana, mis lágrimas no son suficientes para hacer un charquito que quite la sed de nadie, una a una, son trozos de mi cuerpo que quedan calcinados bajo el sol.

la esperanza, la fé, el amor y la alegría parecen haberse ido a dormir. yo que siempre lo he tenido todo, de pronto, no puedo despertarles. no es que la alegría me halla abandonado -espero- pero duerme bellísima y serena y mis besos no la despiertan. mis besos no transforman sapos ni conmueven corazones. estoy abandonada en una tierra real. lo imaginario parece un territorio devastado, ajeno.

la tristeza siempre ha sido un lugar cuyos encantos boscosos y llenos de neblina fascinan a propios y extraños. yo también me siento a gusto ahí, un poco. pero no es donde estoy ahora mismo. esto es más como un desierto. hace calor. quema.

mi voluntad es ir al mar, pero llevo caminando un par de meses y no lo veo. llévenme al mar del amor.

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