sábado, 25 de julio de 2009

este blog si que va lentoooo...

salvar a las tortugas

Bueno, he regresado de merecidas vacaciones en la playa. Enramada, chelas, pescado a la talla, vodka, sol, cocos, risas (hartas), marecito, temazcal, hamacas, moscos, pulgas, perros, palmeras, cop-teles de camarón, tienda de campaña, calor, mezcalito, paseo en kayak, muchos piquetes, buenos amigos y mucho amor...

Todo bien, o sea.

El ultimo día Hermes nos invito a una boda en el pueblo. Estaba lleno de la pura clica o maras o cholos o lo que sea que sean esas manadas de adolescentes con el boxer de fuera y la gorra de ladito encima del paliacate. Hubo una de las mejores barbacoas que he comido en mi vida. Y uno de los peores pasteles. Era como de 16 pisos y estaba hecho de una mezcla saturada de manteca con azúcar. La novia era una chamaca medio putona y el novio era un quincea-ñero versión humana del típico perro de playa: flaco, desnutrido, con cara de lastima y buen pedo.

Nos fuimos del bodorrio con suficientes copas encima cuando llego la tira con armas largas a detener a unos cholillos que se estaban rompiendo la madre.

Ya en la playa, Hermes vino corriendo a decirnos que su compa había encontrado una tortuga Laud, que son esas gigantes que casi nunca salen y que están todavía en peligro. Fuimos a verla. Era ENOOOOOOORME. Mis brazos abiertos serán del tamaño de una de sus aletas.

Cuando llegamos la gente del campamento tortuguero ya estaba escarbando el hoyo para sacar los huevos y salvar a las tortugas, venían dos chavos y como 6 morras extranjeras que están en el campamento dos semanas para contribuir a la salvación del mundo y esas cosas.

Las morras eran belgas, coreanas, francesas y canadienses, y cual autenticas activistas ecologistas de vacacion, sacaron sus cámaras y empezaron a flashear histericamente a la tortuga parturienta. Lo importante era acomodarse sobre la tortuga, sonreír y poner un pie sobre su caparazón para mostrar la escala. Los gritos emocionados en múltiples idiomas, las risitas, los flashes otra vez.

Antes de que la tortuga terminara -toda confundida y mareada por los flashazos- nuestras queridas salvadoras del planeta revisaban en sus cámaras digitales de 8 megapixels en cual foto se veían mas lindas, pero sobre todo, mas extremas.

El colmo de la exotizacion.

Al final todo se trata de ego. Salvar a las tortugas. Nadar con los delfines. Ligar un lanchero. Es parte del kit playa tercermundista que se agrega a la lista con la que empecé este post.

Después del show nos fuimos a dormir ebrios y deprimidos.
Ojala la tortuga laud no vuelva a salir en estas playas.

Somos un país parque de diversiones.


(esta es una foto que me encontre en google, pero asi se sentia la onda "conservacionista")

viernes, 10 de julio de 2009

ver llover.

en realidad no es que me guste ver llover.

me gusta oír.

me gustan los truenos y el viento azotándolo todo. la tormenta sobre mi. y me gusta cuando a media noche, la tormenta comienza a pasar y todavía se oye agua cayendo como fuga en lavadero y los grillos y las cigarras comienzan a gritarse unos a otras que ya pueden salir de sus escondites de hojas y tronquitos.

secretamente me gusta viajar de noche y que llueva. es peligroso y da miedo, pero es la manera en que siento que estoy mas lejos. solo llueve de noche en carretera cuando uno va a un lugar desconocido. las curvas y las luces de los autos. el ruido que no permite hablar.

mi actividad favorita en la regadera no es cantar. ese es un extraño cliche que no entiendo bien. nunca me he bañado con alguien que cante. pero tampoco me he bañado con tanta gente como para afirmar que la mayoría no cantan. a mi se me imagina que es una de las fantasías mas extravagantes de algun director barato de hollywood.

decía, que no canto en la regadera. pero si escucho. taparse los oídos bajo el chorro caliente de agua sobre la cabeza. cerrar los ojos. regresar a la carretera.

viajar sin moverme.

el rastro de la lluvia se guarda en el jabón.