martes, 14 de agosto de 2012

abismarse

¿Qué puedo yo sentir? ¿qué emociones son reales y cuáles son sólo un imaginario fantasioso? Siento que me estoy abismando. Entrando en un espacio donde la realidad parece todos los días más y más lejana. Entre dos mundos, entre dos existencias y en ninguna. El intersticio. La frontera en mi corazón.

Un sentido de no pertenencia que me ahoga. Mi patria es mi corazón, pero mi corazón esta extraviado. No puedo encontrarlo por ningún sitio. Me ha abandonado.

En un silencio espectral, mi cuerpo flota, frágil y disperso.

No toco tierra, todo es de un absurdo incompatible. Un lenguaje que no hablo, un paisaje sin montañas.

En el fondo oscuro un tiburón me acecha. Listo para devorarme, pero no me devora. El tiburón soy yo y soy todos estos monstruos marinos, todas estas aves de rapiña.

En el abismo oscuro, unas cuantas voces resuenan como lamparas incandescentes. Pero luego se apagan. Y me quedo en esta oscuridad lechosa, tal vez blanca.

Hay humedad en el entorno. Una humedad bochornosa y dulce.

Quiero dejar de ser yo por breves instantes y mirar de lejos un paisaje cálido. Tomar todo lo que la vida tiene para mí y disfrutarlo. Comer un trozo de sandía.

Pero en vez de eso, nado y floto en la nada. Me regocijo en mis propios dolores y en mis propias muertes. Mi vida no es el paraíso prometido. Mi vida no mete goles. Sólo soy un niño llorón y eso lo saben todos.

Mientras, me quedo dormida.

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