viernes, 7 de marzo de 2008

Thomas Hirschhorn


(imagen de otra instalación del mismo artista)

Ayer el Museo Tamayo inauguro Stand-alone, una pieza monumental de Hirschhorn en una de sus salas. Hace ya mucho tiempo que el Tamayo no nos sorprendía en sus exposiciones (demasiado limpias y museograficas para mi gusto); pero con esta pieza, el espectador vuelve a sentir la forma en que el arte funciona como catalizador del mundo, de la vida. El arte como explicación del cosmos pero también como transformador de la realidad. La forma de la escultura transmutada en vida, en poder.

Deleuze, Foucault, Derrida, el amor, la intolerancia, la fuerza, el arte, la tecnología, los medios de comunicacion, la escultura, el caos... Hirschhorn nos presenta una experiencia de hablar de todo al mismo tiempo, de pensarlo todo, nos mete al rizoma, nos confunde, nos grita. Un corte en la consciencia, en el lenguaje y la imaginación. Los ochenta, los noventa y los dos miles metidos en una sala museística con muebles de cartón y cinta canela. Retratos, espejos, monitores, textos, libros, chimeneas, naturalezas artificales, sillones empacados, troncos falsos, fuego imaginario, palabras, convulsiones, policías, espectadores.

El artista dice: NECESITO SER UN GUERRERO.

Vallan a verla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

como se nota que los que leen este blog no aprecian el buen arte... aqui hay un post buenisimo, de una expo buenisima, y prefieren contestar si les ha dado diarrea o no por fumar un cigarro....