viernes, 5 de septiembre de 2008

Ella vino a visitarme

Ayer estaba a punto de dar mi ultima clase, los alumnos entraban al salón y una chica muy dulce que me se hacia muy conocida me sonrió particularmente. Pero en la escuela todos se te pueden hacer conocidos: los adolescentes se parecen. Entonces ella me pregunto

Oye, tu eres...eras amiga de María Luisa?

Sentí un silencio en el estomago.

Si, si, claro. Muy amiga, muy cercana.

Ella es... era... es mi hermana.



Pausa.



La vi otra vez.

Es pequeña. Tiene una cicatriz en la cara. Es muy bella. Muy bella. Y entonces la vi. No a la hermana, a María Luisa. La mirada, la mirada amorosa e increíblemente naif de mi querida amiga. Y sentí que la vida me estaba dando una segunda oportunidad con ella. El chance de saber que la muerte no existe.

Palingenesis o el Retorno al Samsara.

Después de eso tuve que hacer un esfuerzo inaudito para poder dar la clase. Se que ella no es ella. Pero los pedacitos pueden juntarse.

1 comentario:

Violeta Vázquez-Rojas dijo...

los humanos somos una red infinita y cuando muere uno quedan sus rastros en alguien más. buscamos a los muertos en los cementerios: error. ellos están en la gente que estaba a su alrededor cuando vivían. qué bonito encuentro.