domingo, 17 de mayo de 2009

La suave cura de un terremoto
abisma el motor de un caminante
el masking tape no es suficiente para soldar una grieta
puede más un dedo inseguro

las heridas no huelen
no sangran
el pavimento siente que agoniza
las calles no son nuestras,
autónomas, se sanan.

aves temerosas viven en las grietas
esperan el sísmico preludio
cubren madrigueras con estiércol
la ciudad es instinto
reanima a sus patrullas, que asustadas, huyen hacia el mar:
se tiran en los acantilados
como estrategia demográfica

Las calles lloran
les duele mirar a sus hermanos arquitectónicos
cambiar de lo vertical al horizonte.

4 comentarios:

Las Horas dijo...

Hola Larisa, lo que me encanta de tu obra es esa pasión (y no sé si sería adecuado decir: “ocasional repulsión”) por la ciudad, más bien es un aspecto de amor/odio que viene de la mano con la observación, y más allá de eso, con el contacto íntimo de una calle, una acera…

Anónimo dijo...

...la lluvia corre por los techos huyendo desterrada del cielo,
las calles mojadas le roban el brillo a la noche,
y los charcos engullen la inmencidad,
se estralla una lagrima del cielo en la banqueta,
y mueren todas en chasquidos y gorgoteos,
reencarna la lluvia en la ciudad y lava el polvo del tiempo y lo renueva con un trueno,
los ancestros escuchan otravez la misma musica, la del chubasco...


regztr

Anónimo dijo...

guacalas de pollo,
mejor ponte hacer videos

Anónimo dijo...

Y te repito de nuevo, me encanta como escribes, no me canso de leerte. Y es cierto "las calles lloran".
Gracias a ti ya no estoy tan deprimida.