el otro día fui a Acapulco. Desde la ventana vi al senhor de los cocos y a los pachutes volando la bahía. Una ciudad espectacular. Espectacularizada. La tierra convertida en falsedad. Los lujos y las miserias besándose. La arquitectura como simbólica del desprecio a la chusma. La chusma como simbólica del desprecio a la tierra. La tierra como flor arrancada, pisoteada, escupida y plastificada.
Acapulco es el emblema de una aventura truncada. Se ve viejo porque sus nociones son viejas. La verticalidad, la segregación, el progreso.
3 comentarios:
Al revés de todos los niños de mi generación, yo conocí Acapulco cuando ya era grande. Entonces esos lugares de los que mis compañeros de la primaria hablaban en tiempo gramatical "el fin de semana pasado" (el papagayo, el cici, el malecón) eran ruinas, parques de pintura descarapelada, refugios de vagabundos. A Acapulco lo conocí ya con nostalgia de recuerdos que nunca tuve. Y, para ser sincera, me encantó. Siempre que voy me imagino que Andrés García se sigue echando clavados en La Quebrada.
Quiero hacer un serie de fotos alli..
Ea! la quebrada... de hecho, ese fin fuimos... esta increíble... a mi también me gusta acapulco, pero en un tono mas mamón... ora si que como pedo antropologico -PARA HACER UN SERIE DE FOTOS ALLI-, pero de turismo ni MADRES!... la única vez que he buceado fue ahí... y la mas cabrón fue ver un desierto bajo el agua: cero vida marina.
Maria: gracias por visitar este cachito de paracaídas virtual.Un beso!
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