miércoles, 7 de abril de 2010

soy un perrito

He escuchado a muchas personas hablar de conocimiento profundo a través del alcance de distintos estados de conciencia alterados. Que el yoga, que la meditación, que el peyote, que el floripondio.

Tal vez yo soy muy básica, pero a mi, la mayor enseñanza de los alucinógenos se resume en la siguiente frase: SOY UN PERRITO.

Me acuerdo muy claro, hasta la madre de hongos en tepoz, tirada en el suelo de un campo muy verde. Sola entre el pasto, las piedras y los cantos de las aves. Todo en un caleidoscopio de colores y texturas, nubes y piedras que respiran y mi corazón pegado a la tierra. Una felicidad sin limites, una alegría triste, pero alegre. Entonces hice un esfuerzo por llegar a un análisis profundo de mi vida... quien soy y que quiero... pero no podía recordar nada.

La cara de mi madre era apenas un recuerdo borroso. No recordaba si trabajaba o iba a la escuela ni quienes eran mis amigos. Recordaba mi casa, si, pero nada de lo que hacia en ella. Ninguna conversación estaba grabada en mi memoria, ni libros, ni tele, ni cine, ni arte, ni nada.

Entonces, me dio un ataque de risa. Miles de carcajadas, yo no sabia nada de mi, y lo mejor era que no me importaba. No estaba haciendo un viaje profundo a mis adentros, porque no había nada por donde viajar. Trate de recordar mi pasado, pero solo podía recordar ese presente eterno en el que llevaba no se cuanto tiempo arrastrándome en el pasto y sintiendo la vida.

Entonces lo pensé. Soy un perrito. Soy un perrito que mueve la cola cuando le hacen casito y que se pone triste si lo amarran.  Yo -como todo buen adolescente drogo- había leído Las Enseñanzas de Don Juan y sabia que las drogas pueden descubrirle a uno su nahual. Pero en general pensaba yo en que los nahuales tenían que ser un poco mas heroicos: transformarse en águila, en oso, en león... pero, en perrito???

Ni siquiera era yo un perro protector, o lider o inteligente... no. Era yo un perrito del campo, ocupado en cazar hormigas, hurgar la basura y morder palitos.

Después de unas horas de trasmutación nahual regrese a quien soy, tome mi mochila y camine al pueblo.

Larisa Escobedo, "Perros callejeros" aerosol y mdf, intervencion en ciudad, 2009.

4 comentarios:

Ana Jácome dijo...

Es curioso.

Lo profundo pocas veces se encuentra en el pasado. Al menos en ese pasado que entendemos como tal.

¿Será que soy un gato y que por incompatibilidades propias de nuestras razas ya casi no nos vemos?

Saludo amiga

Runny Yoke dijo...

Yo soy idiota.

Las Horas dijo...

Muy bueno tu texto Lars. Un perrito, así de simple... ¿cuánto debemos forcejear o dejar de hacerlo para llegar a la completa neutralidad y comunicarnos con aquello que yace en nuestro interior? Me pregunto qué seré yo, ojalá algo tan pacífico e independiente como un perrito de campo.

Pd: Caray, el floripondio es la onda jajajajaja

Besos.

Unknown dijo...

Guau, guau, grrrrrrrrrrrruuuuuaaaaauuuuuuu!!!! gggrrr, aaggrrr, guuuauuuuu!!!