los martes son noches de insomnio. llego a cuerna a las 9, doy mi clase de la manhana, comida corrida en la uni, casi siempre sola o a veces con benja, clase de la tarde con greg. después vengo a casa de mis padres. platico con ellos un rato, ceno con ellos. me acuesto temprano... pero no me puedo dormir. después de diez anhos de no vivir aquí se hace patente que no es mi casa. tengo ansiedad, me siento ajena.
dormí en este cuarto desde los once hasta los diecinueve. en esta cama sentí que me moría cuando el no quiso besarme. en esta cama sonhe y me forje algún gallo. aquí sentí las primeras crudas y aquí implore que me bajara la regla... pero ahora no puedo dormir.
mi cama se ha movido. mi lugar ha dejado de ser este y se ha movido al pecho de lisa. abajo de su axila puedo dormir pronto, estoy tranquila. quizá el amor es encontrar el lugar de uno. por eso duele tanto la adolescencia... es como un luto porque de pronto uno pierde su lugar -el lugar cálido de la infancia, los abrazos amados de mi madre- y por eso esta uno tan urgido de un amor en la adolescencia... necesitas un nuevo nido. un lugar para dormir.
el lugar es su piel cálida y su amor por el mundo. el lugar tiene historia, pero también se mueve.
2 comentarios:
Bonita reflexión, Lari. Los objetos permanecen, no así el calor que se produjo en ellos mientras los habitábamos. Ése nos sigue en el cuerpo hasta el nuevo destino.
me derrito, me derrito, me derrito....
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